Por qué Santa Fe es pionera en la agroindustria
La Nación 15/03/2018 -
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15
de marzo de 2019 • 15:40
Más que conocida es la importancia a nivel mundial
del sector agroindustrial argentino. Que se sostiene en datos bien elocuentes:
somos uno de los tres principales proveedores de cereales y oleaginosas del
mundo, el primer exportador de harina de soja y de aceite de soja, el segundo
exportador mundial de semillas de girasol, el segundo/tercer exportador mundial
de maíz, el séptimo de trigo y el quinto productor y principal exportador
mundial de biodiésel. Pero ese rol tan protagónico no sería posible sin la rica
tradición de una provincia como Santa Fe, cuyo actual complejo productivo es
fundamental para sostener las exportaciones y el ingreso de divisas al país.
La mayor parte de estos productos se
originan en los cultivares de la Región Centro (provincias de Córdoba, Entre
Ríos y Santa Fe), pero se industrializan en las plantas de la provincia de
Santa Fe. Las 20 terminales portuarias del Gran Rosario y su capacidad conjunta
de molienda de granos, por ejemplo, configuran el segundo mayor complejo
oleaginoso del mundo (y cerca del 80 por ciento de la capacidad instalada
nacional). Además de aceites y harinas proteicas, principales productos de esas
plantas, algunos de esos puertos también poseen instalaciones industriales para
la producción de biodiesel.
Las
revoluciones verdes
Para entender la relevancia que hoy
tiene una provincia como Santa Fe en la agroindustria nacional hay que bucear
un poco en la historia. La primera "revolución verde" local, esto es
el primer incremento importante de la productividad agrícola, se inició en
Santa Fe a mediados del siglo XIX, con sus excedentes exportables y la creación
de los molinos harineros que les agregaron valor a las materias primas. La
llegada de familias inmigrantes europeas, como las que se instalaron hacia 1856
en Colonia de la Esperanza, y la construcción de un ferrocarril a vapor que
vinculaba a la ciudad de Santa Fe y su puerto con las colonias agrícolas del
centro-norte, fueron algunos de los factores que impulsaron la producción.
Con la segunda "revolución verde",
ya en el siglo XX, el tiempo se aceleró. La biotecnología corrió el velo de las
cadenas genéticas de las plantas y acortó procesos adaptativos que en la
naturaleza llevan mucho tiempo. Las semillas se cargaron de contenido
inteligente y los resultados multiplicaron los volúmenes de producción. Los
laboratorios agrobiotecnológicos del Litoral y Rosario, en continuas
interacciones que ensanchan los saberes teóricos y prácticos, han obtenido el
reconocimiento internacional de patentes que protegen innovaciones argentinas
en el terreno de las ciencias agrarias. Y trabajan día a día en busca de nuevos
hallazgos y soluciones.
En la actualidad, la informática se ha
asociado a todas las actividades productivas, incluidos equipos de siembra y
cosecha. La guía satelital de las tareas, por ejemplo, permite lograr precisión
centimétrica en una agricultura cada vez más eficiente y competitiva que
evoluciona hacia el automatismo y la robótica. La fabricación de maquinaria de
última tecnología en distintos pueblos de la provincia, se articula con avances
significativos en biotecnología vegetal.
Investigar
y producir
Pero Santa Fe no sería hoy lo que es si
a esa rica tradición agroindustrial no se le hubiera dado continuidad a través
de políticas públicas tendientes a fomentar y proteger la producción. "Es
un sector al que hay que potenciar y darles reglas de juego claras y estables
en el tiempo. Además hay que garantizarle el financiamiento para que realmente
pueda invertir y sea el gran motor del desarrollo argentino", señaló el
gobernador, Miguel Lifschitz, durante su conferencia de prensa en Expoagro.
Prueba de ello es que actualmente los
tres principales cultivos de la provincia están teniendo buenos desempeños y
perspectivas. El trigo terminó su campaña en diciembre pasado con una favorable
combinación de alto rendimiento por hectárea promedio y buen precio
internacional: por los puertos del Gran Rosario se exportaron 7,8 millones de
tn en 2018. La cosecha de maíz avanza a buen ritmo y con rendimientos
superiores a los de la campaña anterior, en tanto que la soja temprana presenta
un buen nivel de desarrollo, con el 80 por ciento de los cultivares en estado
"bueno a muy bueno", con lotes excelentes; la tardía, por su parte,
muestra homogeneidad, uniformidad de lotes y buenas estructuras de plantas.
En Santa Fe se investiga. En 2009
Estados Unidos otorgó la patente al gen Hahb.4 de tolerancia al déficit hídrico
en plantas de trigo, maíz y soja, un logro mundial del Instituto de
Agrobiotecnología del Litoral. En Santa Fe también se hacen obras: en los
últimos 14 años, las obras de infraestructura en nuevas terminales portuarias,
centros de acopio y plantas procesadoras de granos a la vera del río superaron
los 2.500 millones de dólares de inversión. Y en Santa Fe también se produce:
los embarques evolucionaron de 7 a 68 millones de toneladas exportadas por los
puertos del Gran Rosario en la campaña en 2017.
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